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Microgranjas

Cuando pensamos en sistemas como el nuestro y más en concreto en todo lo que tiene que ver con el cuidado y el manejo de animales, pensamos siempre en lo más evidente: gallinas, patos, conejos, ovejas, … Pero un sistema que aspire al equilibrio de sus elementos tiene que prestar mucha atención a otros seres vivos que, además, no tienen muy buena reputación. Hablamos de los insectos.


Es fundamental observar y promover que la diversidad de insectos sea lo más amplia posible en todos los espacios que diseñemos. Más aún, existen muchas estrategias que se basan en atraer pequeñas poblaciones de “plagas” que atraigan a su vez a sus posibles presas. Es el caso de las habas, que son especialmente atractivas para el pulgón. Se siembran en los bordes de las huertas, por ejemplo, para que el pulgón las ataque a ellas y no a otros cultivos que nos interesen más y a la vez atraigan a las mariquitas, que son sus depredadores específicos.


Un caso real que nos hemos encontrado al final de esta primavera ha sido nuestro melocotonero. Observando el otro día el desarrollo de los frutos nos dimos cuenta de que se había convertido en una verdadera reserva de vida: hormigas, pulgón negro, verde, mariquitas, avispas de todos los colores y un sinfín de vecinos más. Si consultamos manuales sobre horticultura o agricultura ecológica muchos de ellos aparecerán como insectos perjudiciales para nuestros cultivos. Sin embargo, es muy importante entender que para que un sistema esté verdaderamente equilibrado es necesario que todas las especies, vegetales y animales, cumplan con el rol que la naturaleza tiene previsto.




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